La colección de “coritos” de este blog es un tesoro con el cual yo crecí y aprendí a alabar a
Dios. Desde mis seis años, me enseñaron la mayoría de estos cánticos en la
Escuela Bíblica de la Iglesia Bautista de Carolina. Ahora tengo 46 años, y todavía los canto ¡Aleluya! Le agradezco a una persona
muy especial, Doña Lila, quien todos los domingos me llevaba a la iglesia,
junto con su única hija, quien era mi vecina y mejor amiga. El Señor puso la
inquietud en el corazón de Doña Lila, quien amorosamente asumió esa responsabilidad. La fe
que hoy tengo, y la fortaleza, en gran parte se la debo a ella, porque sembró
la semilla de la fe y me ayudó a entender la importancia de congregarnos a tan
temprana edad. Mi amiguita y yo salíamos de la Escuela Bíblica y luego nos
dirigíamos al culto donde nos sentábamos apretaditas en aquellas bancas de
madera. Dios bendiga siempre a mi hermosa Doña Lila.
Cada
paso que das
Por
la senda que vas
Hay
un Dios que te ve
Engañarlo,
jamás
Al
Señor no podrás
Hay
un Dios que te ve
Dios
te ve, Dios te ve
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